domingo, 31 de enero de 2016

Destrucción


Los días han sido helados, tormentas de nieve y granizo se ven a través de la ventana, los días han sido fríos y solo han pasado unas cuantas horas. Meses invernales que duran años, pero solo han pasado unas cuantas horas.


Allá en la lejanía puedo observar una chimenea gigantesca que emana de la montaña, es el volcán interno que trata de estallar, y yo con desespero y torpeza trato de contenerlo con el saquito de lana que tu me regalaste. Todo se cae a pedazos y yo me pasmo de pie porque tengo miedo aunque sepa muy bien que todo debe de caer en pedazos, el gran final ha llegado mucho antes de lo previsto y yo me congelo y tengo mucho miedo, porque sé muy bien lo que va a pasar, pero por dentro muy dentro de mí existe una pequeña esperanza de vida, y es inevitable. El cuerpo humano está programado para luchar por la vida. El odio afuera destruyendo todo a su paso, y una esperanza de amor dentro de mi luchando con con todas sus fuerzas.
Puedo ver cómo se abren grietas desmesuradamente grandes a unas cuadras de acá, tragan todo a su paso, gente y edificios, animales y muebles, se tragan el amor y la esperanza. Estúpidos corriendo, huyen demasiado tarde. Se avecina un huracán, dos huracanes, tres, cuatro... vienen soltando risotadas burlescas, yo escucho lo que dicen, se burlan de mí, ellos saben que yo he causado todo esto y pretenden atormentarme con sus mofas como castigo.
El volcán ha estallado y mi corazón no puede más, se asfixia y necesita respirar, mi pecho se contrae y me pide a gritos un abrazo. El huracán ha llegado, no lo he visto entrar, creo haber sentido sus golpes, la ventana se ha roto en pequeños pedazos y han volado por toda la habitación, algunos impactaron mi piel pero yo estoy bien, aún sigo en pié. En el espejo una calavera, si me sacara mis ojos dejaría de llorar, NO, que estúpido, si me los sacara sabría cuanto realmente valen y querría tenerlos de nuevo para seguir llorando, cuando ya sea tarde sabría cuanto valen.
En las montañas han empezado los rayos que no se muy bien si van para abajo o van hacia arriba, el cielo parece abrirse en dos, Newton estaba equivocado, la gravedad es relativa, porque si todo lo que sube tiene que caer, de seguro que cuando estemos todos en el abismo hallaremos la forma de volver a subir. Me escucharon, se burlan de mí los huracanes, y vienen com toda su furia a desenmascarar la realidad ante mis ojos. No se cuantos llevo aquí parado, sin comer ni beber algo, este aire contamina todo y no se me abre el apetito. No recuerdo haber estado antes tan asustado y tan inseguro. Pum!
Un volcán en llamas y terremotos por doquier. El edificio se empieza a caer. El tiempo se hace eterno al desmoronarse cada pedazo de cemento, al final descubrí al tiempo y su relatividad. Einstein tenía razón. Que hermoso todo, atrás todo lo lindo, atrás todas las fotos (incluso las que nunca nos sacamos), atrás todos los mensajes, atrás todo el cariño, atrás toda la confianza, atrás nuestros sueños y aventuras, atrás tantas cosas buenas. Bondad, al final ganará?. Mi corazón ha suspirado, lo sé, estoy seguro que fue él, ha exhalado un largo y hondo aliento que se esparce desde mi pecho por todo mi cuerpo. Siento una suave mano rozar mi espalda, dos manos... siento un abrazo, siento tu abrazo, lo siento, lo siento.

sábado, 16 de agosto de 2014

Te invito a un paseo

Hola, te invito a un paseo por la ciudad.
Correr detrás de los autos, y por en medio de ellos, nadar por todos los charcos y burlarnos de los que están secos, pasar por esos lugares que son bonitos cuando estás con alguien, pasar por algunas calles que nos recordarán por todo el tiempo, te invito a planear paseos que nunca realizaremos.

A ver la gente tan diferente y decir que somos iguales, a sentarnos bajo aquel árbol y ver esos dos soles gigantes, a sentir canciones que escuchen todos nuestros sentimientos, a que me ayudes a terminar un libro que empecé hace mucho tiempo, a creer pensar lo mismo y lograr confiar en una sonrisa, te invito a comer chocolates hasta mancharnos por tanta risa. Te invito a subirnos juntos al mismo vagón del tren.

jueves, 19 de junio de 2014

Soledad distorsionada

Juro que es la última vez que escribo, en que las palabras me sumerjan en los recuerdos. Es el último café de la noche y hay que conservarlo hasta el último sorbo, son momentos de distorsión que perseveran por mutar en lo incierto, finas migas de pan de lo que alguna vez consumimos.
Pedazos de fiesta sobre la alfombra, de algún gran cumpleaños que celebramos todos juntos, caras de risa y de festejo con un olor a humo y a ron, enormes olas de ondas sonoras que retumbaron en nuestros cuerpos. ¿Qué es lo bueno y qué es lo debido?, a veces es como si fuese todo al revés y la mente enredase todo eso, viendo lo bueno como malo y lo malo como lo bueno, tomar decisiones apresuradas y preferir ver al pasado como un sueño.
Ahora la cebada amarga prefiere mirar hacia el norte, ahora la vida madura necesita fortalecer un horizonte. Remolinos que destrozaron, remolinos que confundieron, al final fueron remolinos desde la nada, fueron como un agujero negro. Saltar desde todo eso cuesta mucho pero hay que hacerlo.
Está todo guardado, para sacarlo cuando sea necesario hacerlo, ya está la bomba de tiempo que estallará cuando yo sea eterno. Se vienen nuevos festejos, se vienen todos mis sueños.

Una soledad distorsionada que mira al sol como su único anhelo.

miércoles, 9 de abril de 2014

Muere conciencia

Durante un tiempo, mi vida fue sentarme a escuchar canciones en inglés y fumarme todos los olores de incienso, grato olor que amablemente calentaba mis tardes frías. Fui mudo por muchos años, impotente por no hablar el lenguaje que ellos hablan, yo solo entendía… Yo solo.
Con el pasar de estaciones, de fines de semana y de amores de 20 días, empecé a darme cuenta de lo triste que era vivir feliz.
Fue en ese entonces cuando vi a mis profes, a mis padres y a mis abuelos repitiéndome las mismas palabras que de niño nunca presté atención, discutí con mi conciencia, le dije que se acostara, que me dejara tranquilo. En ocasiones le daba vino, la embriagaba hasta tal punto que me dejara hacer lo que yo quisiera, ella casi siempre fue un estorbo. Ella era mi felicidad, mi triste felicidad.
Yo la amaba, la aceptaba tal cual con sus consejos y sus ideales, de algún modo me hacía sentir seguro, me permitía caminar en medio de gente con firmeza y con una sonrisa, era mi sustento de vida, lo fue por mucho tiempo. Cómo olvidar las tardes de otoño que no había música, aquellas pisadas por las calles húmedas, como nos reíamos de todo, buscándole algún chiste o una imaginación corta, algo gracioso. Tantos caminos que recorrimos, tantas y tantas reflexiones, tantos recuerdos…


Hoy camino por los mismos  senderos casi echando todo de menos, cuando logro pensar, cuando logro estar sólo, en un segundo o dos, mientras se reproduce algún tema, y entonces por fin me doy cuenta que siempre voy a preferir la alegría de vivir triste.

martes, 4 de junio de 2013

Gallinazos

En medio de su desespero inútil por encontrarse, ella busca razones para seguir en este mundo: nuevo marido, nuevo vestido, nuevo trabajo, viajes y un hijo, porque todavía goza de la inocencia de no saber que está destinada a sufrir toda su vida, un camino que sólo conducirá al suicidio.
Desde niña quizás se dio cuenta, pero su terquedad le impide ver lo que siempre se ha sabido.
 Ahora es una arpía insensata que lucha por ser fuerte, ignorando su ignorancia. Una triste y sufrida mujer que deambula en las madrugadas por las calles de adoquín y se tambalea frente a otros borrachos, tristes almas que seduce de vez en cuando y despelleja poco a poco cuando con besos y conversaciones amenas se gana su confianza.
Pobres muchachos rotos, jóvenes que en mil pedazos explotaron a lo largo de una serie de venganzas de ella contra la vida, de ella contra ella misma, contra la historia de su primer amor, que le resuena en la cabeza como un golpe de gong desde hace ya varios siglos, una venganza contra su propia vida, una lucha infinita de persona a conciencia, ¿pero quién no ha tenido una de esas?…
De vez en cuando se ven por ahí unos dos o tres pájaros negros, revoloteando y al acecho de un cadáver que pronto caerá sobre la tierra o sobre el barro, porque “polvo eres y en polvo te convertirás”, frase de su dios que le ha abandonado, o que no la ve porque está ocupado. Cegado.
Falta una carta y será la de su derrota, como de un porrazo sus rodillas golpearán el suelo, pellizcos, rasguños, todos esos dolores que incomodan pero que no matan, mil agujas de sufrimiento, mil tropiezos por su desvelo, mil dolores por sus recuerdos, remordimiento.

Un gallinazo, dos gallinazos, tres, cua…

miércoles, 27 de marzo de 2013

Cuadernos y lápices multicolores sobre el pavimento


Los paseos juntos por las calles, las burlas que ambos hacían a los diferentes vendedores, sus chistes que la gente nunca entendería, esas tardes de películas que tanto recuerda, unos cuantos domingos que decidieron romper la monotonía de la casa y salir a un parque a almorzar cualquier cosa sobre el pasto. Todo esto en su cabeza dando vueltas, como recuerdos que no eran recuerdos porque aún no habían sucedido, por eso no pudo hacer más que seguir su instinto, no hubo otra alternativa más que seguirla como un psicópata (literalmente) por la calle que imaginaba hasta un par de hijas con ella, de esas juguetonas, preguntonas y lloronas, para mimarlas entre los dos. Ella que se veía tan seria al caminar por la calle pero que sin embargo él sabía que tenía un gran amor, como si en sus ojos le revelara a aquel obsesivo su personalidad, su pasado, su historia. Claramente era su vestimenta la que tenía toda la culpa, ella que sin pensar nada, únicamente arreglándose para verse bien, pero él sí pensando tanto y tanto tan sólo con verla caminar por la calle con esa hermosa pinta: calzas multicolores y multiformes sobre un negro, como llamando la atención, como mostrando una parte de su alegría reprimida (cosa que a él le fascinaba), un jean cortado que le quedaba de pantaloneta sexy y adornaba su cinturita, rodeada por un cinturón rojo tomate y llamativo, blusa azul con pepitas blancas, simple y tierna, y finalmente los clásicos converse, sin embargo fue la mochila, esa mochila verde llena de parches y botones de todo tipo, la que le dio esa brillante y hermosa idea que él recordaría por mucho tiempo: Al verla recordó que él llevaba también una mochila, entonces esperó que no hubiera nadie cerca de ella, pensó muy rápidamente en su papel y escribió un boceto de un breve guion en su mente, se sacó la mochila, abrió el bolsillo principal de par en par y volvió a ponerla en su lugar, la mochila estaba llena de hojas, fotocopias, cuadernos y muchos lápices multicolores para hacer dibujos, se apuró velozmente para adelantarla y caminar como con mucha prisa justo al frente de ella, cuidando de guardar siempre la distancia necesaria. No pasaron más de 3 segundos para que iniciara la primera escena de sus historias: para que escuchara su voz desde atrás, luego él girara a propósito con gran fuerza y velocidad, y así saltaran por todo el pavimento cuadernos y lápices multicolores que entre los dos recogieron.

viernes, 18 de enero de 2013

Es raro


Es raro, es lindo pero raro. De todos modos no se conoce lo nuevo hasta después de darle vuelta a la hoja, no se sabe los secretos de los rincones hasta estar en ellos, entonces sería tonto predecir.
Es lindo, que es lo importante, sentir y seguir hasta donde dé el hilo, hasta donde llegue si es que se acaba o si pasa algo que lo corte o por lo contrario nunca, es impredecible y depende de los extremos.
En fin, sentarse a tomar el sol sabiendo que se irá a cierta hora no está tampoco tan mal, porque siempre existe la certeza de que volverá.
Hay que sonreír porque se viste de “smoking”, hay que pedir monedas para la droga, hay que ser creyentes por amor a dios, hay que ir al cine con la chica que quieres.
Es la vida, es la gente, tan sensata como justa.