domingo, 23 de octubre de 2011

Temas abiertos

Un tema no se cierra, una conversación no se acaba cuando existe el silencio. Son temas, tópicos de infinitos motivos que tienen como destino algún día romper en una conclusión final de ideas, un perfecto orgasmo entre dos perspectivas, que finalmente deja satisfecho a cada una de sus partes. Son inevitables, son como imanes partidos, que la tierra ha separado, que cuando menos lo piensan, convergen por la fuerza del viento, inclusive no es el viento, es algo mucho más fuerte que eso, para cerrar un todo, que antes tenía tantos y tantos vacíos entre medio.
Ahora que lo pienso puede ser eso, pueden ser los miles y miles de vacíos que de alguna manera logran crear un campo de gravedad con una fuerza tal, que sólo bastaría el más mínimo roce entre ellos para el estruendo final. Vacíos, o más bien espacios, entre palabra y palabra que van quedando, porque cuando no hay palabras se llena con espacios, que no son otra cosa más que el silencio mismo, el cual, un día cualquiera fallecerá, en una cárcel de saliva de la que no podrá escapar, cerrando puertas, cerrando temas, encontrando respuestas para cada silencio pasado, quedando todo resuelto, toda deuda con el lenguaje saldada, y dejando destrozos por doquier, dependiendo de lo largo que haya sido aquel silencio. Por eso yo le temo a las bombas de tiempo.

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