La niña crece y ya es
adolescente, no entiende el sexo, le digo que es amor, que hay dos personas que
se quieren, que se atraen por su personalidad y cosas en común. La niña sonríe
porque entiende todo, es feliz por un instante, o hasta que crezca. Le miento,
le explico que el beso es una expresión de afecto y que hacer el amor es la
máxima expresión del mismo, la niña entiende, entiende todas mis mentiras.
La niña crece y ya es adulta, su
corazón está hecho pedazos de tanto sufrir, no sabe que hacer ni que pensar,
está confundida y vuelve a mí, le explico que ha sido lo mejor el haberse
alejado de aquel tipo, una vez más logro convencerla, con argumentos básicos,
como sus diferencias con él, sus mentiras, sus inseguridades y temores, entre
otras. Una vez más sonríe y entiende, comprende el por qué fue lo mejor estar
sola y se sigue creyendo mis mentiras, metiéndoselas en la cabeza. La niña no
soportaría ni si quiera pensar que todo ha sido un invento, que el disfraz del
amor no esconde más que el sexo, y que cuando aquel disfraz está desgastado, el
edificio se derrumba, porque sus bases son invisibles, porque son mentiras,
porque son irreales, o mejor aún, porque nunca existieron.
Al fin y al cabo es una niña, y
tiene mucha imaginación, tanta como para decir te quiero y seguir el juego.
WAUU...
ResponderEliminarMe parece interesante la propuesta de como reformas la creencia de tu ficticia o real fémina! Sencillez, me gusta. Te invito a visitar mi blog http://papelesdeundesconocido.blogspot.com/
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