1:11 a.m. el mundo está por acabar, quizás
aguante unos terremotos más, sobreviviré lo se, sobreviviremos, tu también. Por
las calles, los locos que se rieron siempre de nosotros, también de mi, locos
que ahora se pierden entre los otros, tú y yo los únicos cuerdos, porque
siempre fuimos los “locos”, ¿viste que existe?, al final todos creen porque lo
ven, y se dan cuenta de su vida de mierda llena de ignorancia, supongo que es
aquí donde muchos se tiran de edificios y puentes altos, no hay peor ciego que
el que no quiere ver. En todo caso siempre les traté de decir pero nunca me
hicieron caso, siempre con sus pasiones banales y ahogándose entre el futbol y
la cerveza y ahora que lo ven y lo pueden palpar en un cuerpo que no es de
ellos, que es de nosotros mi amor, ahora sí que creen hasta en los alliens.
Todos imbéciles, todos. Corramos, corramos antes que su ira nos persiga, la
envidia es capaz de todo. ¡Corre!, corre que yo te alcanzo. No, no te
preocupes, que si llegamos hasta aquí, hacia allá las piedras solas nos marcan
el mapa que sigue, nos encontramos otra vez y lo haremos de nuevo. Nos vemos,
no se donde, no puedo pensar así, pero da lo mismo, porque mi mente nunca fue
la que te esperó, ni mucho menos la que te eligió, tampoco la que creyó, no te
preocupes que yo no sigo a la mente, ¡corre!, corre y no me busques, deja que yo
te encuentre entre las llamas, entre los escombros, entre los cientos de
muertos, déjame a mi, que creo que es mi
turno ahora.
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