miércoles, 27 de marzo de 2013

Cuadernos y lápices multicolores sobre el pavimento


Los paseos juntos por las calles, las burlas que ambos hacían a los diferentes vendedores, sus chistes que la gente nunca entendería, esas tardes de películas que tanto recuerda, unos cuantos domingos que decidieron romper la monotonía de la casa y salir a un parque a almorzar cualquier cosa sobre el pasto. Todo esto en su cabeza dando vueltas, como recuerdos que no eran recuerdos porque aún no habían sucedido, por eso no pudo hacer más que seguir su instinto, no hubo otra alternativa más que seguirla como un psicópata (literalmente) por la calle que imaginaba hasta un par de hijas con ella, de esas juguetonas, preguntonas y lloronas, para mimarlas entre los dos. Ella que se veía tan seria al caminar por la calle pero que sin embargo él sabía que tenía un gran amor, como si en sus ojos le revelara a aquel obsesivo su personalidad, su pasado, su historia. Claramente era su vestimenta la que tenía toda la culpa, ella que sin pensar nada, únicamente arreglándose para verse bien, pero él sí pensando tanto y tanto tan sólo con verla caminar por la calle con esa hermosa pinta: calzas multicolores y multiformes sobre un negro, como llamando la atención, como mostrando una parte de su alegría reprimida (cosa que a él le fascinaba), un jean cortado que le quedaba de pantaloneta sexy y adornaba su cinturita, rodeada por un cinturón rojo tomate y llamativo, blusa azul con pepitas blancas, simple y tierna, y finalmente los clásicos converse, sin embargo fue la mochila, esa mochila verde llena de parches y botones de todo tipo, la que le dio esa brillante y hermosa idea que él recordaría por mucho tiempo: Al verla recordó que él llevaba también una mochila, entonces esperó que no hubiera nadie cerca de ella, pensó muy rápidamente en su papel y escribió un boceto de un breve guion en su mente, se sacó la mochila, abrió el bolsillo principal de par en par y volvió a ponerla en su lugar, la mochila estaba llena de hojas, fotocopias, cuadernos y muchos lápices multicolores para hacer dibujos, se apuró velozmente para adelantarla y caminar como con mucha prisa justo al frente de ella, cuidando de guardar siempre la distancia necesaria. No pasaron más de 3 segundos para que iniciara la primera escena de sus historias: para que escuchara su voz desde atrás, luego él girara a propósito con gran fuerza y velocidad, y así saltaran por todo el pavimento cuadernos y lápices multicolores que entre los dos recogieron.

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