jueves, 19 de junio de 2014

Soledad distorsionada

Juro que es la última vez que escribo, en que las palabras me sumerjan en los recuerdos. Es el último café de la noche y hay que conservarlo hasta el último sorbo, son momentos de distorsión que perseveran por mutar en lo incierto, finas migas de pan de lo que alguna vez consumimos.
Pedazos de fiesta sobre la alfombra, de algún gran cumpleaños que celebramos todos juntos, caras de risa y de festejo con un olor a humo y a ron, enormes olas de ondas sonoras que retumbaron en nuestros cuerpos. ¿Qué es lo bueno y qué es lo debido?, a veces es como si fuese todo al revés y la mente enredase todo eso, viendo lo bueno como malo y lo malo como lo bueno, tomar decisiones apresuradas y preferir ver al pasado como un sueño.
Ahora la cebada amarga prefiere mirar hacia el norte, ahora la vida madura necesita fortalecer un horizonte. Remolinos que destrozaron, remolinos que confundieron, al final fueron remolinos desde la nada, fueron como un agujero negro. Saltar desde todo eso cuesta mucho pero hay que hacerlo.
Está todo guardado, para sacarlo cuando sea necesario hacerlo, ya está la bomba de tiempo que estallará cuando yo sea eterno. Se vienen nuevos festejos, se vienen todos mis sueños.

Una soledad distorsionada que mira al sol como su único anhelo.

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