La vida pasa, la vida se va, no se piensa cuando se vive, no se vive cuando se piensa. Curioso.
¿Dónde estarán mis juguetes que algún día estuvieron en mis brazos? Cada uno ha tomado vuelo, ya han crecido, ya tienen familia, tienen algún dueño, están en algún sitio, seguros de sí mismos, de la vida que los ha hecho sonreír, por eso tienen a donde ir. Están en múltiples calles de la ciudad, dispersos por todo el gran valle de cemento que recubre el amplio mundo.
Todos cumplieron su tiempo, tal vez no supe jugar bien, pero lo cierto es que ya no me queda ni uno. Fueron míos y me los han robado, siempre pasó lo mismo. Por lo que se podría poner en duda si alguna vez realmente fueron míos. A mi boca le queda claro el hecho que fueron de ella todos aquellos que pasaron por aquella; a mis ojos le queda aún un poco de duda en sus pupilas, cuyo reflejo no era otro más que el de las pupilas de ellos, penetrando siempre a fondo logrando sacar tantas y tantas verdades que la lengua escondía; pero a mi memoria… Perdida memoria en años de vejez, o al menos así la siento, confusa entre verdades cambiantes, porque cada vez que aprendía algo, lo anterior a eso no era lo mismo, la verdad pasada mutaba en otras verdades acomodándose como podía entre lo nuevo que iba recubriéndolo todo, renovando y modificando sin pasar percibida. Por lo que se concluye: no es de fiar la memoria; y el pasado sí se puede cambiar…
Momentos maravillosos con cada juguete, cada uno tuvo su tiempo, su importancia, la caja entera sería un estorbo si hubiese faltado alguno. Cada cual en su labor, en MÍ labor. Yo los supe escoger muy bien, y por eso todos habitan hoy en mi caja imaginaria, donde a pesar que no los puedo sacar de verdad, puedo vivir una historia bien agradable con alguno de ellos, algún cuento mágico y lleno de fantasía y de esa palabra tan linda: imaginación. No hay porque culpar, porque un niño no tuvo la culpa de haber querido jugar con ellos.
Sin juguetes, he decidido no dedicarme a hallarlos, no dedicaré el resto de mi vida en una búsqueda sinsentido llena de fe y esperanza del niño que se ha ido, ni mucho menos tratar de revivir las historias con alguno de ellos, porque como he dicho, cada uno cumplió su labor y se han ido, o los he dejado ir, es más yo mismo quise que se marcharan, porque la vida útil del juguete es corta y es específica, y al contar con tantos en una caja, nunca sospeché que ésta iba a quedar vacía, y por lo contrario, me dediqué a jugar hasta soltar las últimas carcajadas con cada uno, cada uno tuvo su tiempo, MÍ tiempo, me reí hasta más no poder y soltaba uno por uno, porque para jugar con alguno siempre necesité las dos únicas manos que tengo, y jugué y jugué hasta que me quedé sin uno, porque a lo mejor nunca encontré el de mi mente, porque a lo mejor no existía, porque ninguno pudo suplir todas mis exigencias, no encontraba en uno algún juego que me llenara, un juego increíblemente inacabable que me incrustara en un universo de fantasía para nunca más volver, nunca lo hallé.
Tonto perfeccionista, me lo merezco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario